lunes, 22 de agosto de 2016

Hola, Bienvenidos a mi blog! Que Dios les bendiga grandemente. En esta oportunidad quisiera darte ciertas herramientas que te ayudaran a relacionarte siempre con la mejor actitud hacia los demás, partiendo del Amor, que es un sentimiento que nunca deja de existir porque viene de Dios.
¿Qué debemos hacer para relacionarnos de manera sana con nuestros semejantes?

1.    Conocernos a nosotros mismos:
El aprender a conocer nuestras cualidades positivas y también nuestras debilidades es un factor determinante para aceptarnos a nosotros mismos tal cual somos y también para la relación que tendremos con el resto de las personas. Analizarnos, nos va a permitir equilibrar nuestras debilidades para equiparlas con nuestras cualidades, y de esa forma minimizar los aspectos negativos que tenemos. Pero es vital tener un basamento bíblico al respecto.

Romanos 12:3 nos dice: “No se estimen demasiado a sí mismos, sino dentro de lo prudente, y cada cual sea consciente del lugar que Dios le ha señalado”.
Esto nos dice que no debemos tener más alto concepto de sí mismos creyéndonos más de lo que somos, más bien debemos ser prudentes conforme a la gracia que Dios nos ha dado a cada uno; pero tampoco debemos menospreciarnos ni sentirnos inferior a nadie. Solo debemos conocernos bien, analizarnos internamente, aceptarnos y amarnos como Dios nos amo primero.

2.    La relación con la familia:
La relación que tengamos con nuestra familia es esencial para el éxito de una buena interacción con las personas que nos rodean. Comenzando por nuestros “Padres”, pues ellos son los que conforman la personalidad, los valores y nos ayudan a crecer como personas. Entonces si nosotros como hijos aprendemos a obedecer y a honrar a nuestros padres y darles el respeto que merecen, eso mismo transmitiremos a nuestros semejantes.

La biblia nos dice:
Efesios 6:1-3 “Hijos, obedezcan a sus padres; esto es lo justo: Honra a tu padre y a tu madre. Y es el primero de los mandamientos que va acompañado de una promesa: Para que seas feliz y goces de larga vida en la tierra”.
Recordemos que los padres son los que tienen la autoridad para educarnos y también para corregirnos. Pero también tienen responsabilidades que Dios les exige:

Efesios 6:4 “Y ustedes, padres, no hagan de sus hijos unos rebeldes, sino mas bien edúquelos usando las correcciones y advertencias que puede inspirar el Señor”.
Por lo tanto, la buena relación con los padres depende de las 2 partes: Padres e hijos.
No obstante, la relación con la familia no solo se refiere a los padres, también incluye la relación con los hermanos y con la pareja.

3.    Mi relación con los que me rodean:
Se debe comenzar actuando motivado por el amor, que dicho sentimiento siempre este en acción, centrándonos en los demás y no en el Yo. No es fácil llevarse bien con todos, regularmente deseamos evitar a aquellas personas que nos irritan, pero es posible que nuestra irritación indique una debilidad en nuestro carácter.
Por lo tanto debemos dar gracias a Dios por las personas que nos rodean, aunque experimentemos conflictos en nuestras relaciones, siempre recordar atacar “el problema” y NO a la “persona”.
En el amor se cumplen todos los mandamientos de Dios hacia el prójimo, y en la falta de aplicación de éste sentimiento, se originan muchos de nuestros males. Debemos amar al prójimo como a uno mismo. La biblia dice lo siguiente:

Levítico 19:17-18 “No odies en tu corazón a tu hermano; corrígelo más bien; con esto no llegaras a cometer faltas contra tu prójimo. No te vengaras ni guardaras rencor contra la gente, sino que más bien amaras a tu prójimo como a ti mismo, pues yo soy Dios”.

Lo que debemos hacer con aquellas personas que nos resultan difíciles es:
-         No pagar mal por mal.
-         No vengarnos.
-         No dejarnos vencer por el mal sino, por el contrario: Procura lo bueno, estar en paz con todos, devolver el bien por el mal. (Romanos 12:17-19)

4.    La relación con Dios:
La relación con nuestro creador por medio de Jesucristo nos permite establecer las bases para una buena relación con nosotros mismos y por consiguiente con los demás. Quien no está bien en lo profundo de su ser, y con Dios, es muy difícil que pueda llevar una vida en paz consigo mismo y con los demás de manera libre y natural.

Juan 15:4 “Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes”.

Para mantener nuestra relación con Dios debemos practicar ciertos hábitos:
-         Estudiar la palabra de Dios y sus mandatos.
-         Meditar en la palabra.
-         Orar constantemente.
-         Dar gracias.
-         Compartir con otros nuestra fe.
Estos hábitos nos permitirán una relación con Dios cada vez más íntima y abierta con él.

La vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado. Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti, alguien dijo:
“Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando”.


Las Bendiciones de Dios nos alcanzan por la Obediencia; se despide con amor, tú hermana (en Cristo) Alexandra Sucre.